Dirigíame yo desde Aragón hasta donde los pies me llevaren hasta que, por faceres de la vida, me topé con una caravana de paso que gustosos acogieronme en su compañía. No pusieron en mi conocimiento hacia dónde se dirigían, mas no me importa, ya que camino sin rumbo. Sirvieronme bien e mi trabaje gustoso. Las comizas que facían eran pobres, poco mas que pan y caldo, alguna vez me topé con algo de tocino o trozos de ave, pero eso las menos. Las gélidas noches las pasábamos en la hoguera donde yo me disponía a entonar canciones y narras cuentos, además de enriquecerme con los que ellos me contaban.
A las pocas semanas aparecieron un grupo de hombres con quienes nos topamos. Tratábanse de Xose del Sella, un caballero de tierras Castellanas; Sancho de Rascantria y Prim Barbablava, un guerrero catalán.
Tras un par de noches juntos en la caravana entablé amistad con éstos. Contaronme que se dirigían a Barcelona, a la boda del hermano del Caballero, el cual llevaba en camino desde rivadesella y era menester llegar antes del primero de junio para la boda.
Tras varias conversaciones, una promesa de monedas y ciertos problemas con el jefe de la caravana sobre mantener relaciones carnales con su hija fuera del amparo del Señor, decidíme a partir con el picaresco grupo.
Ahora mis labores son bastante amplios ya que soy el unico que conoce bien de la escritura, la oratoria y la matemática, asique me han nombrado notario, escriba, heraldo, administrador e cronista.
E aquí allome, en mitad de Aragón, camino Barcelona, redactando de mi vida mientras este endemoniado caballo no para de moverse.
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