Aunque, como digo, hace ya mucho tiempo que me dedico al rol, no he tenido la suerte de tener un grupo prolífico o constante, haciéndose imposible tener mi ciclo pendragón particular, jugando campañas que continúan con los hijos y nietos de nuestros personajes. Realmente mi experiencia "de campo" se limita a unas pocas partidas de D&D 3.0 mal jugadas en el patio del colegio y algunas partidas sueltas que apenas pasaron de la creación de personajes. No ha sido hasta que comencé mi vida universitaria y, ¿por qué no?, hasta que empecé con Aker, cuando he podido realmente ponerme de forma seria en uno u otro lado de la pantalla. Quizá sea un poco hipócrita por mi parte hacer lo que hago, ponerme a dar consejos cuando mi experiencia real se limita a no más de una veintena de partidas en una década. Aunque estos 10 años se han pasado entre páginas y páginas de manuales.
Y es de eso de lo que quiero hablar. No puedo evitar mirar la estantería y observar mis libros, ese caos de colores y formas de edición, con tamaños grandes y pequeños, ordenados por juegos, temáticas y sistemas que han pasado por mis manos cientos de veces.
En parte me da pena ver algunos manuales que compré con toda la ilusión pero que, por azares de la vida, nunca dieron el fruto de una partida. Esos manuales de la Leyenda de los 5 anillos o Dark Heressy, de los que han salido mil ideas pero que no llegaron a ser más que eso. Montones de libros adquiridos a veces por más coleccionismo que uso práctico.
Pero creo que nunca ha sido en vano. Esos manuales relegados al ostracismo en nuestra estantería, que nunca han oído rodar unos dados ni soportado la presión de un combate, no se trata de manuales inútiles, ni mucho menos. Independientemente de poder sacar ideas de reglas o partidas, estos miles de páginas han tenido otra función que no tiene que ver directamente con los juegos de rol (ni con calzar mesas cojas, que os veo venir...).
Leyendo el manual de la Leyenda de los 5 Anillos hemos podido viajar a Rokugán y vivir nuestras propias aventuras de una manera completamente privada, puede que algo egoístas, que se quedan en la cabeza, con las que no has necesitado ningún máster ni más jugadores. He tenido la oportunidad de hacer espionaje corporativo en Night City, he podido ser un inquisidor y combatir a Herejes en el mundo colmena de Ygaros; he diabolizado a un Sabbath que hacía drogas de diseño con Vitae.
Es lo más parecido a cuando eras pequeño y se acercaban estas fechas, en las que te pasabas horas mirando un catálogo de juguetes sin pasar la página del que más te molaba y te imaginabas la cantidad de cosas que podrías hacer con él.
Salud y Rol
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